Se sabe que la vía principal de transmisión del coronavirus son las gotitas que expelemos al toser o estornudar y que pueden impactar en las mucosas de otra persona. Pero se ha visto que el SARS-CoV-2 se contagia también a través de aerosoles, que son, diminutas partículas que expulsamos al respirar, hablar, reír, cantar que se quedan en suspensión en el aire durante cierto tiempo, de la misma forma que ocurre con el humo de un cigarrillo. Por ello, compartir el aire en un espacio cerrado con más personas es un total riesgo, sobre todo en circunstancias en que otras medidas como la mascarilla o la distancia son insuficientes o complicadas de aplicar.
Esto aplica sobre todo en restaurantes, salas de cine, foodcourts, salas de reuniones, salones de clases, espacios colaborativos o co-works, entre otros.
La medición de CO2, puede brindarnos un indicador importante del nivel de ocupación de uno de estos espacios mencionados, y en base a esto poder establecer estrategias de emergencia como ventilación inmediata o disminución de la ocupación del recinto.
Sin embargo no es el único parámetro importante en el contexto de calidad del aire interior y el COVID-19. Monitorear variables como Humedad Relativa (HR%), Temperatura Ambiente (T°Amb), Niveles de material particulado en suspensión (PM2.5 y PM10) y Compuestos orgánicos volátiles (TVOC´s), se vuelve imperante para establecer las mejores estrategias que permitan a los administradores o propietarios de las edificaciones, tomar acción en beneficio de la salud y bienestar de los usuarios de dichos espacios.
La medición por si sola de estos parámetros no representa una solución, pero es el punto de partida para poder establecer las mejores soluciones a nivel técnico y con el menor impacto económico y ambiental posible, afirma Víctor López, Director de Operaciones de SIRAE.
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